BUENOS DÍAS SEGUNDO DÍA

DESIERTO! El día de hoy nos invita a entrar en lo profundo de nosotras y dar espacio a que Dios hable en lo íntimo, a darle la oportunidad para que nos interpele la realidad y el contexto; Partiendo de las experiencias personales, comunitarias y provinciales, y hacer el proceso de acoger las luces y sombras de esta realidad, al ejemplo del Buen Pastor, quien no se contento con que se le perdió la oveja, sino que la fue a buscar y la acogió con ternura. Se abaja y la engendra, esto es lo que estamos llamadas hacer el día de hoy. La contemplación del Buen Pastor, de su rostro adolorido en la cruz y glorioso en la resurrección nos interpela, nos ofrece criterios evangélicos para juzgar y actuar, despierta en nosotras el deseo de anunciar a Jesús no de oídas, sino por experiencia personal. Y para esto, necesitamos un espacio fuerte de PURIFICACIÓN DEL CORAZÓN, para poder entrar en la realidad provincial sin prejuicios, sin condenas o buscando justificaciones para que quede mí parecer, mis ideas... La carne es débil, son muchas las flaquezas en nuestras relaciones interpersonales, que muchas veces se manifiestan en las dificultades para dialogar y perdonar, para madurar afectivamente y para abrirnos a la aceptación de quien es diferente. No desaprovechemos entonces esta oportunidad de purificar todo nuestro ser y así, la gracia reinará en nuestro Capitulo, y esto traerá todas las bendiciones a la Provincia. El tomar conciencia de esta fragilidad nos llevará a buscar estrategias para superarlas en la medida de lo posible, a no quedarnos con los brazos cruzados, sino más bien, a ponernos en camino. Presento a continuación algunas estrategias que nos puede ayudar y que están en las respuestas que dieron las comunidades:

• un proceso de conversión personal,
• la urgencia de subrayar lo positivo a nivel personal y comunitariamente,
• el diálogo abierto y sincero
• la pasión por la misión entre los niños y jóvenes
• gestos concretos de fraternidad
• relaciones interpersonales más humanas y maduras
• el no contemplarnos constantemente a nosotras mismas

Si todas ponemos de nuestra parte, entonces podremos ser signos legibles del amor preventivo de Dios.